El diagnóstico de discapacidad en un hijo es, en definitiva, un momento impactante en la vida de cualquier padre; pues se cree que la discapacidad puede presentar diferentes amenazas y problemas. Esta actitud encierra diferentes factores que están relacionados con la vida y percepción de los padres hacia ellos mismos, provocando un gran impacto en las familias a quienes generalmente les cuesta aceptar que su hijo nació con alguna discapacidad y que esta realidad no es congruente con la imagen, expectativas, proyectos y planes que ellos idealizaron respecto al hijo que esperaban durante el embarazo o incluso antes de la concepción. Utilizando el diseño como agente de cambio y de la mejora de la calidad de vida, se desarrolla un programa social de mentoría, donde padres voluntarios y experimentados en discapacidad intelectual, puedan ser mentores por un determinado tiempo de padres jóvenes o primerizos que aterrizan en la discapacidad; pues se ha comprobado que el método más efectivo para hacer frente a este proceso es el tener personas a su alrededor que ya pasaron por ello previamente.